Por Raúl D. Córdoba A.
A eso se redujo mi vida. Mi realidad medía 2,4 centímetros. Crecía y crecía dentro de mí, o conmigo. No lo sé. Estaba en mi cuerpo. Tenía una forma extraña.
El médico me mandó a poner la ropa. Estaba exaltada, no lo podía creer: tenía cáncer.
Sentí que mi vida se terminaría al instante. Sin anestesia ni calmantes, me lo dijo: Tienes cáncer.
Mi esposo se llevó una mano a la cabeza y preguntó: ¿Qué podemos hacer, Doctor?
Por un momento dejé de escuchar, mi vida comenzó a sentirse pequeñísima, sentí que todo se reducía a 2,4 centímetros: mis hijos, mis papás, mi esposo, mis amigos, yo. Me mantuve inmóvil en esa camilla, la sentía como mi mejor amiga. Sentía como se calentaba con mi cuerpo, sentía como me abrazaba. Ya no era una simple y fría camilla: era mi soporte. Por ahí habían pasado otras como yo. Era mi amiga, era nuestra amiga.
Mis hijos, mi esposo, mis papás, mis amigos: ellos me sostuvieron. Ellos eran mi camilla. Ahí estaba yo, con diagnóstico y mis 2,4 centímetros de cáncer.
Poco a poco, comencé a recobrar la escucha, ya no tenía la mirada tan perdida. Retomé la pista de lo que decía el médico: Lo mejor es la mastectomía.
¿Mi teta? ¿Me van a quitar una teta? No puede ser. Miré a mi esposo, esperando un “no” de su parte. Pero no. Lo mejor sería extirparme el seno y hacerme unas quimioterapias. Si, lo mejor es echar pa’lante.
A los 40 y sin un seno. Pues sí: a los 40, sin un seno y pelona. Me veía hermosa. Ojerosa pero bonita. Tengo un esposo y unos hijos maravillosos, y pelones también. Cuando llegaron calvos me eché a llorar y a reír al mismo tiempo. Parecíamos unos marcianos, pero nos veíamos sonrientes y hermosos.
Se fue de mi cuerpo, de mi vida. Y aunque sigo visitando a mi amiga, la camilla, ahora la saludo con aprecio por sostenerme en mis peores momentos.
Me toqué y me tocó. Sin embargo, aún me toco para que no me vuelva a tocar. Ustedes entienden. Tócate antes de que te toque.
Este relato es de una conversación que sostuve con una mujer extremadamente valiente y soñadora. A quien aprecio muchísimo y de quien me siento enteramente orgulloso.
Fotografía de @Senosayuda