En Nuestro país (Venezuela) se celebra el carnaval desde que llegaron los españoles y durante un largo tiempo fueron fiestas muy parecidas a las celebraciones en Viena y Roma, pero con el paso del tiempo se convirtió en la fecha de toque de queda, esta costumbre se desproporciono hasta llegar al punto donde la gente se escondía en sus casas cerrando puertas y ventanas, porqué los que andaban por las calles llenaban de barniz, hollín y agua o lo que consiguieran a la gente que circulaba. No fue hasta el gobierno de Guzmán Blanco donde por ley se prohibió el uso de esos productos y se incorporó a las festividades las carrozas, comparsas, disfraces y papelillo.
Con la llegada de Pérez Jiménez se acentúo todo el fervor de estas festividades y se pusieron de moda las negritas, ellas eran mujeres que ocultaban su identidad con este disfraz que se hacían con mono entero negro y con una malla (negra) tapaban el rostro dejando solo el orificio de los ojos, nariz y boca. Se pintaban los labios y se colocaban collares llamativos, pulseras y por encima de la malla ponían su ropa interior.
La costumbre fue que los muchachos dejaban en casa a sus novias y salían a las calles donde estaban las negritas y al ellas tomarlos de los brazos lo convertían en su pareja para bailar todo la noche. Ellas podían tocarlos donde quisieran, besarlos pero los muchachos a ellas no, porque si alguno de ellos las tocaban o se propasaban, las negritas tenían unos palitos que utilizaban para puyarlos.
Las Negritas solían ser muchachas recatadas y tímidas que al disfrazarse podían realizar cosas que no hacían o no se les permitía en su vida diaria.
Siempre decían a manera de juego y con una voz muy fina: ¡A qué no me conoces!