El ají dulce es uno de los ingredientes que no puede faltar en la cocina venezolana, y más concretamente en la caraqueña.
Se usan casi para cualquier preparación y, hasta en infusiones y brebajes.
A pesar de que en este momento supera las 38 mil rupias, la gente se lo lleva de a puños o gramos. Y es que con sólo la mitad, se puede exaltar el sabor de los más desabridos platos.
Se dice -no se si sea verdad-, que José Tadeo y su hermano, José Gregorio Monagas eran unos asiduos amantes del ají dulce en las comidas que les preparaban. En ese libro que una vez leí, decía que el ají dulce era empleado, más frecuentemente, en las comidas de los esclavos, para darle sazón a la cosa. Y para las comidas de los señores de la casa grande se empleaban especias más finas.
Esto les disgustaba a los hermanos Monagas y solían pedir que usaran ají dulce o que compartieran la comida que los esclavos se preparaban para ellos.
Al final del día terminaban intercambiándose las comidas: los esclavos comiendo finas especias y los Monagas comiendo platos sazonados con ají dulce. Luego de una conversación, los Monagas llegaron a la conclusión de que era necesario abolir la esclavitud.
Tanto que, uno de ellos, José Gregorio, decretó tal abolición.
Quizás haya un tanto de fábula en este cuento o quizás no. Lo cierto es que estamos en una época donde, ni porque somos «libres», podemos comprar ese manjar de esclavos.
Fotografía mía: no todas me las tengo que fusilar