Esta frase se utiliza para señalar las personas que son flojas o que “manguarean” al tener que cumplir con alguna actividad que les fue encomendada, viene desde la época en que los presos utilizaban grilletes para imposibilitarles la huida durante la dictadura de Juan Vicente Gómez. Así se les decía a los condenados que se colocaban las bolas (grilletes) al hombro, para poder descansar los pies, mientras caminaban, dichos presidiarios eran considerados flojos.