Esquina del Cristo al revés
En la esquina del Cristo al revés, la mente de este reciente zapatero estaba cada vez más enmarañada. Sus sueños se mezclaban con sus preocupaciones, un intranquilo mar de ansiedades estaba dilatando su salud. Todo se hacía muy cuesta arriba.
Remendaba poco, cosía unas suelas de a ratos, repara los tacones que las calles no perdonaban. Juan Antonio, se llamaba. Todo lo hacía por ratos. Un rato andaba a pie ofreciendo su oficio a gritos, otros ratos, se quedaba en su cuartucho desordenado.
Caminaba de un lado a otro, como un triste tigre en una jaula. Preocupado, se llevaba las manos a la cabeza, y de cuando en cuando le imploraba a la luna, pero nada. Probó levantándose con el pie derecho y no tuvo suerte. Visitó varios yerbateros que le recetaron unos cuentos baños, pero nada.
Un día cualquiera, caminando por las calles de Caracas, escuchó a una marchanta decirle a otra que si quería amarrar a su marido le dijera a San Antonio que le amarraría las que-te-conté. Y ese hombre no se iría, le aseguró que sería algo infalible.
Aunque esas no eran sus intenciones, agarró el crucifijo que tenía en aquel viejo cuartucho que le servía de tienda y le dijo: Te colgaré de cabeza para que me consigas clientes, yo haré lo propio por tratarlos bien. Si eso no funciona, te amarraré las que-te-conté, pero no me consigas marido, consígueme clientes.
No hubo necesidad alguna de cometer tan cruenta tarea, casi al unísono entraron dos damas y un caballero, con dos pares de zapatos cada uno, queriendo arreglar, remendar y re-coser. Desde ese día, este zapatero no dejó de recibir clientes, a tal punto que cualquiera que osara incursionar en la tarea de zapatero en las cercanías, era aconsejado por la gente y le decía: Qué va m’hijo, usted no levantará cabeza, porque el maestro de la esquina se lleva todos los clientes.
Y es así, como a partir de eso la esquina del cristo al revés tiene ese nombre.
Textos: Raul Cordoba @rcordoba
Ilustración: Jorge Rivas @donrefran