La historia de la esquina de pajaritos, comienza por allá en el año de 1675. Los franciscanos obtuvieron para su huerta y convento agua por, y así se originó el Chorro de San Francisco. En el libelo de Pedro García de Segovia, de 1733, se describe que “…una cuadra más abajo ¨ del convento de la Inmaculada Concepción. Habia una fuente en el claustro del convento de N. Serafico Padre S. Francisco con agua en la enfermería en la huerta del convento, y de esta agua salen dos chorros a la calle real…”
Cuando el Terremoto de 1812 los frailes perdieron los títulos de sus derechos de agua, pero declararon que los tenían “por posesión antiquísima, porque la construyo un ingeniero religioso”.
En los inicios del siglo XIX, la esquina había cambiado su nombre por el actual, pero no se conoce con certeza el origen. Carmen Clemente Travieso asegura que el nombre se debe a que en las pilas de los franciscanos venían aves, “que alegraban la calle con sus trinos”; otros dicen que el nombre obedece a unos árboles cubiertos con la tiña , que hubo en el lugar.
Pero muy bien pudiera ser que de igual manera que las del León (Capuchinos) y de los Angelitos, que tenían grabadas o esculpidas las imágenes de pajaritos, que tan comúnmente se asocian con el “poverello” de Asís.
Es tradición muy arraigada que el santo podía comunicarse con los animales, y la iconografía franciscana abunda en ejemplos que lo representa rodeado de pajaritos.
Texto e Ilustración: Jorge Rivas @donrefran