Por Raúl D. Córdoba Arneaud
Debo confesar que es todo un reto escribirle a Caracas pues es una ciudad que cambia, muta y se reinventa tan rápido que no hay diferencia entre la historia y el relato. Es una ciudad multifacética, bipolar, extraña y cautivadora.
La ciudad de los amaneceres concurridos y el café recién colado, de atardeceres y guacamayas. De noches sensuales, lúgubres y salvajes. Es una ciudad hecha de madera fina, cuyo suelo es tan fértil que crecen limoneros milagrosos. Es tan resbaladiza que maravilla al más escéptico, espanta al más valiente, llena de vida al desahuciado y alegra el caminar de los enamorados. Caracas es una ciudad de avenidas prosaicas, prostituidas, emblemáticas e intrincadas. De direcciones históricas y enredadas, de citadinos irrespetuosos, risueños y apresurados. Es una ciudad de brizna y prisma. De aguacero cerrado y sol que pica. Es una ciudad guapachosa, que cuando le negaron la música, creó la cañonera y el rucaneo. Que cuando quiso rezar se fue a La Candelaria, cuando le dio hambre fue a la Calle del Hambre, cuando quiso asustar con sus coros de voces fúnebres designó la Esquina de Ánimas y cuando quiso ser laboriosa, nombró la Esquina del Cristo al revés.
Es una ciudad de carácter sinuoso, a veces egoísta, por momentos desprendida y espléndida. La ciudad cuyo subterráneo es un edén para los rascabuches y un hostil empacador de gente al vacío. Una jungla de cemento, donde los jabalíes manejan, las hienas cruzan calles, las montañas están habitadas por jaurías y rebaños sin siquiera pan para picar.
Es una ciudad amante, difícil y excéntrica. Estrambótica y sutil al mismo tiempo. Imponente como su Ávila. Amorosa y odiosa. Mantuana y mendiga. Rica, abundante y peligrosa. La ciudad donde la luna espera que el último caraqueño se duerma y el sol vigila el despertar de los mercaderes y canallas, donde no se está bien, se está chévere, donde nada va mal, sino que está jodido, donde cualquier tumulto es un bululú, donde tres son burda, donde cualquier cosa es una vaina o un coroto, esa es la Caracas que hoy cumple 450 años de su fundación.