En Venezuela y, más concretamente, en Caracas, encontramos una enorme mezcolanza de razas.Un caótico mestizaje surgido de las múltiples miradas encontradas entre negras y blancos, rubias y zambos, mantuanos y esclavas, y pare de contar.
Mezclas que derivaron en negritas de ojos claros y catires de pelo malo. Mezclas tropicales: de salsa, tambores y guaracha. Mezclas que se hacen notar en el estruendoso albor de las sonrisas, el coco y la finura.
El contoneo característico de las venezolanas y el caminar zumba’o de los venezolanos, son el resultado de lo que pareciera una pócima secreta que dan al nacer.
En una región tan mestizada como la nuestra, hay de todo: estirpes de chinos, árabes y haitianos, mexicanos, peruanos e hindúes, españoles, italianos y rusos. Tanto, que admitimos arañas y visigodos. ¡Ah! Y uno que otro venezolano, resultado de un misterioso y sinuoso pasado de razas.
Luego de esta disertación sobre nuestra compleja mezcla de linajes, relataré lo que hoy pude ver en una de las calles de nuestra Caracas:Me acercaba a una farmacia, cuando un grupo de comerciantes se aglutinaron, parecían todos, parte de una misma familia, aunque todos tenían ocupaciones diferentes: había un heladero, dos vendedoras de dulces de coco, tres vendedoras de mangos con adobo y un vendedor de tostones. En algún momento de la reunión, parecía que uno leía un mensaje en su celular, según pude distinguir hablaban en inglés. Mientras el joven heladero leía, los demás se abrazaron y con alguna que otra lágrima que corría por sus rostros, decían cosas, otras las gritaban y algunas las cantaban. Se veían a los ojos, sonreían con agrado y danzaban con pequeños brincos de libertad.
Aplaudían, sonreían, oraban.
Sólo llegué a escuchar: Rob… Robert Mugabe resigned and will go to jail.
Aunque de momento aquí. Se alegraron por los aires de libertad en su país.
Fotografía de @i_amten