Con un fastuoso cielo y una brisa picantosa, la tribu de los indios Caracas, los mantuanos, negros y aprovechados nos juntamos para recibir al niño Jesús.
No es el mejor año, pero eso lo decimos siempre. Lo redimible es que aun tenemos el aliento y el aplomo para decirlo, con sonrisas entrecortadas y un frio intermitente, pero aquí estamos: incansables e impertinentes, en la intemperie de nuestras esperanzas, aguardando sus bendiciones.
Entre los finos acordes de un cascabel y las sutiles melodías de las ambulancias, esta ciudad se viste de moza con sedas ajadas y centelleantes sonrisas, para abrirnos paso y recibir las bendiciones del Altísimo que, a pesar de los pesares, aunque la Carmencita no pinte como antes, nos honra con tener a nuestros familiares más cercanos y nuestras ganas por construir un futuro más próspero para Venezuela.
En Caracas, desde el callejón de la puñalada, pasando por la avenida de las meretrices, la calle de los sonrientes y la esquina del cristo al revés, entre fantoches y rendidos, malcriados y cultos, en esta muy noble y leal ciudad les deseo a todos, sin distinción alguna, una feliz navidad.
¡Ah! Y que San Pepe y San Timoteo, les cubran de gracia y risas varias, y nos alejen de situaciones que no dan risa.
Fotografía de @teresitacc en Instagram