La esquina de Llaguno debe su nombre a un personaje importante de su época. A mitad del siglo XVIII: Don Felipe de Llaguno y Larrea, natural de Trucios, encartaciones de Vizcaya. Quién eligió el sitio para fijar allí su residencia.
Probablemente, vino Don Llaguno en la legión de vascongados que la famosa compañía Guipuzcoana, trajo a Venezuela. Se estableció en la Provincia, dedicandose a las labores agricolas.
Al elegir el sitio de su morada, con su instinto de comerciante, no pago lo que en otros lugares del montaje caraqueño le ofrecían. Era un lugar relativamente centrico para lo que buscaba su tranquilidad y la de su familia.
Don Felipe fue un aristócrata, el cual no tuvo titulos de conde o marqués. La estirpe de los Llaguno desempeñarón cargos relevantes y figurarón entres las más distinguidas familias de Vizcaya.
Casado con Doña Bernarda de Garay y Orbegozo, de cuya unión nacierón, siete hijos: dos varones y cinco hembras. Dedicado a la administracion de sus bienes, negocios de cacao y añil. Amaso tanta fortuna que su casa se convirtió en una especie de banco, donde los negocios eran a diario.
Devoto y miembro de la orden de San Francisco. La casa de Llaguno tenía para aquellos tiempos “caja de agua”, gozaba del beneficio del agua propia.
A la muerte de don Llaguno, sucedida el 31 de octubre de 1788, a los 47 años de edad, pasó la hermosa casona junto con otras ochenta y cuatro que poseía, amén de catorce solares, a la viuda que estaba embarazada y sus hijos, quienes vivierón allí algunos años. Para el descanso de su alma, la esposa, celebro 658 misas de ocho reales de plata, cada una. Suma que engrosó la fortuna del reverendo.
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Texto e Ilustración: Jorge Rivas @donrefran