A mediados del 1700, en una esquina de Caracas funcionaba un hospital grandísimo, abarcaba casi 2 cuadras, por poco no se unen dos esquinas. El hospital se llamaba El Real Hospicio de San Lázaro, por tratar allí a los leprosos que comenzaban a aparecer por la ciudad.
Se dice que los tratamientos que aplicaban eran parecidos a las torturas de la Santa Inquisición.Los lugareños que rodaban la voz en los mercados decían que las monjas se encargaban de los enfermos, les raspaban las llagas con cepillos y trataban de sustraer las costras con unas navajas oxidadas, luego aplicaban una especie de ungüento mortuorio de vinagre con sal para la cicatrización. Según los cuentos, por las noches se logran escuchar los gritos de aquellos pobres enfermos.
En el año 1812 el Terremoto que azotó a Caracas destruyó el hospital, derrumbándose sobre las monjas y enfermos. Los que quedaron vivos fueron trasladados a un Hospital por La Guaira. Simón Bolívar pidió erigir dos estatuas, una de San Judas Tadeo y otra de San Cayetano y pidió a las Damas de la ciudad preparar los actos y rezos, pues dicho lugar sería declarado un campo santo.Bolívar partió de viaje con la esperanza de ver esto de regreso y lo que encontró fue un mercado.
Hasta el momento ahí está lo que conocemos como el Mercado de la Hoyada. La denominación de la esquina desapareció, aunque dicen que los gritos van y vienen.Los más audaces dicen que el alma del Libertador aún es vista por esos lugares en reclamo a su pedido. Otros sólo se ríen y gritan: ¡Zapatos, ropa de marca, oro, plata, euro, dólares…!
Textos: Raul Cordoba @rcordoba
Ilustración: Jorge Rivas @donrefran